sábado, 23 de enero de 2016

La bilocación de Clara

(ADVERTENCIA: Para entender la totalidad de este relato, es necesario conocer la naturaleza del personaje principal. Es por eso le recomiendo que pinche aquí tras la lectura https://es.wikipedia.org/wiki/Doppelg%C3%A4nger)

Conocí a Clara a través de la novia de un amigo durante una cena informal. Sólo bastaron un par de miradas para quedarme prendado de ella, pues sus labios eran deliciosamente carnosos y sus ojos de color miel.
La pareja no escatimaba en elogios al hablar constantemente de ella, mientras la joven intentaba mostrarse humilde esgrimiendo excusas torpes. Pero de humilde tenía bien poco, pues provenía de una familia adinerada que le había educado entre algodones y clases de violín.
Por fortuna supe ganarme su confianza entre plato y plato, por lo que no tardé en obtener su número de teléfono para concertar una futura cita. La primera vez que logré contactar con ella se mostró confusa a la par que sorprendida, pero mis años de galán dieron sus frutos y finalmente conseguí que accediera a participar en un breve encuentro.
Todo estaba bajo control. La noche era exquisita mientras yo la esperaba en un banco cercano a un grupo de arbustos para evitar visualizar su prolongada llegada. Tras un recibimiento formal, le obsequié con una chuchería de noble metal.
El regalo era realmente caro; pero mis años de experiencia me habían enseñado que para cazar un ratón, tenía que renunciar a un pedazo de queso. Gracias a aquel regalo conseguí llevar a Clara hasta mi apartamento, donde le hice el amor antes de maniatarla y le fijara los pies mediante un gran zapato de hormigón para que no se me escapara.
¿Qué quieres de mí? me preguntó cuando se recuperó del efecto del formol.
Tu vida le contesté sin vacilar –. Pero antes necesito saber todo sobre ti.
Al principio le costó razonar, aunque pronto comprendió que las agresiones sólo se volverían a repetir en los momentos en que ella no estuviera dispuesta a cooperar. Tan sólo le ataba las manos y la amordazaba cuando yo no podía estar presente, y le acercaba un cubo de agua tibia junto con una esponja con cierta regularidad. En cuanto a su alimentación, le premiaba con exquisitos manjares siempre que me contaba cosas interesantes de su vida.
Fernando, déjame marchar y te prometo que jamás le contaré a nadie lo que ha ocurrido entre nosotros –me suplicó cierto día que me creyó de buenas.
Mi nombre no es Fernando –le contesté mientras adoptaba una vez más su apariencia . Mi verdadero nombre es Doppelgänger.

2 comentarios:

  1. El formol ralentiza la descomposición de la carne melón!!! Será cloroformo lo q usarías no? Anda q menuda cagada jajajajaja

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  2. ¡Es verdad! Jajaja. Se me fue la pinza ;)

    Gracias por comentar,Raul. Un abrazo.

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