(ADVERTENCIA: Para entender la totalidad de este relato, es necesario conocer la naturaleza del personaje principal. Es por eso le recomiendo que pinche aquí tras la lectura https://es.wikipedia.org/wiki/Doppelg%C3%A4nger)
Conocí
a Clara a través de la novia de un amigo durante una cena informal.
Sólo bastaron un par de miradas para quedarme prendado de ella, pues
sus labios eran deliciosamente carnosos y sus ojos de color miel.
La
pareja no escatimaba en elogios al hablar constantemente de ella,
mientras la joven intentaba mostrarse humilde esgrimiendo excusas
torpes. Pero de humilde tenía bien poco, pues provenía de una
familia adinerada que le había educado entre algodones y clases de
violín.
Por
fortuna supe ganarme su confianza entre plato y plato, por lo que no
tardé en obtener su número de teléfono para concertar una futura
cita. La primera
vez
que logré contactar con ella se mostró confusa a la par
que sorprendida, pero mis años de galán dieron sus frutos y
finalmente conseguí que accediera a participar en un breve
encuentro.
Todo
estaba bajo control. La noche era exquisita mientras yo la esperaba
en un banco cercano a un grupo de arbustos para evitar visualizar su
prolongada llegada. Tras un recibimiento formal, le obsequié con una
chuchería de noble metal.
El
regalo era realmente caro; pero mis años de experiencia me habían
enseñado que para cazar un ratón, tenía
que renunciar a un pedazo de queso. Gracias a aquel regalo conseguí
llevar a Clara hasta mi apartamento, donde le hice el amor antes de
maniatarla y le fijara los pies mediante un gran zapato de hormigón
para que
no se me escapara.
–¿Qué
quieres de mí? –me
preguntó cuando se recuperó del efecto del formol.
–Tu
vida le
contesté sin vacilar –. Pero antes necesito saber todo sobre ti.
Al
principio le costó
razonar, aunque pronto comprendió que las agresiones sólo se
volverían a
repetir
en los
momentos
en que ella no estuviera dispuesta a cooperar. Tan
sólo
le ataba las manos y la amordazaba cuando yo no podía estar
presente, y
le acercaba un cubo de agua tibia junto con una esponja con cierta
regularidad. En cuanto a su alimentación, le premiaba con exquisitos
manjares siempre que me contaba cosas interesantes de su vida.
–Fernando,
déjame marchar y te prometo que jamás le contaré a nadie lo que ha
ocurrido entre nosotros –me suplicó cierto día que me creyó de
buenas.
–Mi nombre
no es Fernando –le contesté mientras adoptaba una vez más su
apariencia –.
Mi
verdadero nombre
es Doppelgänger.
El formol ralentiza la descomposición de la carne melón!!! Será cloroformo lo q usarías no? Anda q menuda cagada jajajajaja
ResponderEliminar¡Es verdad! Jajaja. Se me fue la pinza ;)
ResponderEliminarGracias por comentar,Raul. Un abrazo.